Aquel viento del sur huracanado,
a los vidrios de mi ventanal hizo vibrar,
vi balancearse la copa de un árbol desolado,
y aferrado a sus raíces y temblar.
Mis recuerdos volaron con aquel viento,
y me llevaron al momento exacto,
cuando su lucha incansable siento,
Luchar con denuedo por el bienestar de todos,
liberando de pesar al oprimido,
enfrentándose a mil desplantes y modos,
buscando refugio volviendo a su nido.
Al observar a ese árbol recuerdo,
que aquellos que sus raíces arraigadas tienen,
no sucumben y continúan creciendo,
ni vientos los mueven ni a su florecer detienen.
Así como las arboledas añosas,
las ideas bien arraigadas,
nunca podrán ser cambiadas,
explotadas o desviadas.
El viento cesa lentamente,
vuelve la serenidad a la vida,
como aquel recuerdo recurrente,
de su lucha con letras expedida...
Susana E. Irigoite
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