En el remanso de ignotas horas,
recuerdo momentos vividos,
recorro calles desoladas,
tiempo de añoranzas concebidos.
La lumbre que una estrella guió
el mordaz destino se estremeció y gimió,
al descubrir el renacer de la esperanza.
La mañana me trae el sonido,
de trinos armoniosos de pájaros,
lo más profundo por el alma adormecido
lo real y lo absurdo encontrados.
Metáforas que acuden a mi mente,
y conjugan el verbo existir,
subyugan todos los sentidos,
elixir que impulsa a vivir.
Dos sentimientos equidistantes,
que a veces en un punto convergen,
resurgiendo los albores importantes,
y en un breve instante desvanecen...
Susana E. Irigoite
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