La verde pradera exultante resplandece,
al comienzo de un nuevo amanecer,
perpleja ante su magnificencia,
nuevamente en milagros vuelvo a creer.
Puedo sentir que aún existe el amor,
creo en la ternura infinita de una caricia,
y que desde la cima se escuche un clamor,
inmensidad urdida que libera la conciencia.
Aún hay tiempo de recomenzar,
ese sentimiento escondido en el alma,
que desea estallar en breve instante,
en el que ambos perdamos la calma.
Que el tiempo y el diario traginar,
no nos haga perder en nieblas densas,
donde no podamos ni tan solo imaginar,
un encuentro pleno de experiencias.
Por eso hoy te pido no tardes,
que el corazón no se embriague de astíos,
y presientas que lo que tienes lo pierdes,
en el incesante devenir de desvaríos.
Susana E. Irigoite
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