Peñaloza,
puede decirse muy bien, que ha sido durante su azarosa vida: una propiedad de
La Patria y de sus amigos. Era una de aquellas almas inspiradas sólo en el bien
de los demás, uno de aquellos corazones que no conocen jamás, el odio, el
rencor, la venganza ni el miedo. Si sus enemigos hubieran abrigado un átomo
siquiera de los generosos sentimientos que él atesoraba en su alma, no habrían
sido jamás, tan injustos y tan crueles con él.
José Hernández
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