Mi mano recorre en la luz de la noche,
su cuerpo palpitando en latidos,
envuelto en el fragor del derroche,
y por senderos ya recorridos.
Envuelta en aromas y sonidos,
fundidos en un solo ser,
ilumina un despertar unidos,
almas que se llegan a reconocer.
Punzante el brillo del amanecer,
quitó mi rostro de su pecho,
en sus brazos me sentí renacer,
hilando sueños en el lecho.
Dulce quietud que despertó,
al sonido de una bella melodía,
que del encanto nos apartó,
haciendo florecer al nuevo día.
El transcurso del tiempo se detuvo,
un prisma de color nos rodeó,
un hálito como susurro contuvo,
momentos en los que el amor brilló...
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