Caminaba envuelta en sonidos celestiales,
dulces fragancias en el aire danzaban,
jubilosa percibiendo aromas primaverales,
su sonrisa a los sinsabores acallaban.
La vida nuevamente florecía,
destello de sol que refulgía,
el día se iluminaba y sonreía,
ante ella sustraída en una melodía.
El abrazo que estrecha la distancia,
caricias que calan el alma,
comprensión que al dolor resta inportancia,
y presagia una intensa calma.
Éxtasis del encuentro anhelado,
una noche sin sombras desvanicía,
cumpliendo el sueño añorado,
que vibrando llegó desde la lejanía...
Susana E. Irigoite
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