Resplandece el prado en su esplendor,
las aves murmuran sonidos difusos,
y en mi mente pensamientos confusos.
Decir adiós es palabra que hiere,
letras que dañan en un hastío intenso,
la vida, los sueños, el alma lo requiere,
y lentamente al corazón convenzo.
Cataclismo del que voy emergiendo,
dejando mis alas volar al viento,
con el alma dispuesta a seguir queriendo,
abrazando un nuevo sentimiento.
Plena de luz retorna mi aurora,
espacios más claros ahora transito,
mi voz se eleva y suena más sonora,
en un sendero que es infinito.
Decir adiós incita a vivir,
a recomenzar dejando fluir,
es volver a creer y crecer,
y también es renacer...
Susana E. Irigoite
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