La intensa y suave claridad,
una estela cruza la inmensidad,
y un ámbar de destellos a ella toca.
La cimiente del dolor es una herida,
que agazapada aflora cada día,
acude la nostalgia con gran hidalguía,
y la férrea voluntad se ve vencida.
Luz difusa que a mi ser enaltece,
deliro con mil frases sin sentido,
dulce mecer que me adormece,
arrullo de aves regresando a su nido.
Noche de lánguidas sombras y silencio,
en remotas ansias me acompañan,
el frío, la lluvia y el dulce cansancio,
al que mis trémulos brazos extrañan...
Susana E. Irigoite
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