Creciente agonía las calles gritaron,
una niña saltaba delicias cantando,
ni furtivos temblores su voz acallaron,
La luz de sus sueños su rumbo marcaron,
sonidos nocturnos, murmullo inconcluso,
ojeras profundas sus ojos surcaron,
espera estéril en un mundo obtuso.
Perdida en medio de tinieblas,
y una vida marcada por miserias,
un incipiente matiz de rebeldía,
desdibujado tras fugaz melancolía.
Por siempre en estos versos,
quedará su recuerdo gravado,
tan solo una sombra ahora de ellos,
amor en su esencia conjugado...
Susana E. Irigoite
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