Aún el eco sombrío y profundo,
de su llamado en lamento viene,
haciendo el silencio vagabundo,
Aún aquellas breves palabras,
cual espada lacerante,
produce un gemido en penumbras,
que desvanece vacilante.
Camino mi sendero lentamente,
revivo en el flamante amanecer,
no llevo equipaje, está en mi mente,
regreso a la vida y vuelvo a creer.
El eco muy pronto se ha silenciado,
ignominia de angustia y dolor,
que fueron parte de un pasado,
y la irreverencia de un nuevo albor.
Susana E. Irigoite
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