De pronto...
la paloma voló raudamente,
envuelta en los clamores del viento,
y arpegios celestiales de repente,
poblaron por doquier el firmamento.
Al igual que esa decidida paloma,
un día volé hacia tu encuentro,
percibí de todas las flores el aroma,
y me encendí en el lucero nuestro.
En este universo tan pequeño,
no caben oscuros vacíos,
es como surgido de un sueño,
bañado por fulgores y rocíos.
Porque tal como somos nos aceptamos,
y emprendimos juntos una nueva vida,
es como un crisol lo que nos damos,
que ilumina la senda aun no recorrida...
Susana E. Irigoite
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