transitando aquella tarde,
recorriendo sus senderos y reír,
sus misterios descubrir,
sin ser cobarde.
Avancé hasta la cima,
jadeante trepé sin detenerme,
vislumbré a lo lejos otro clima,
que invitaba a seguir y complacerme.
Quizá fuera un sueño,
lo puro y natural,
la enmarañada trama,
de lo que es casual.
Una mirada diferente,
los aromas, sonidos y trinos,
la vorágine diaria ausente,
la elocuencia de andares genuinos.
En un breve instante,
logré descansar y contemplar,
con mi mente libre y consciente,
era la vida, su susurro y palpitar...
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