el sonido de un lejano lamento,
que no tiene nombre ni bandera,
un enigma abatido por el viento.
Sangre inocente que clama,
sin que le ampare linaje,
de la soberbia sin alma,
y con desconocido lenguaje.
Ahondando en remembranzas,
de temor, dudas y hastío,
mi alma hoy acaricia esperanzas,
que conllevan un desafío.
Desiertos profundos de dolor,
efluvios de intensos olvidos.
ausencias de dulce candor,
de caminos en sombras perdidos...
Susana E. Irigoite
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