es el corazón herido y doliente,
timón de momentos ya idos,
extrañando con alma valiente.
Cimiente de una infinita esperanza,
que anida en mi aletargado ser,
es bálsamo eterno y añoranza,
naufragio hacia un nuevo amanecer.
Ahora impulsan mis letras,
a desafiar el cataclismo,
quienes al irse, desiertas,
se arrojaron al abismo.
Hoy es que guardo su foto de pequeño,
la abrazo, cobijo y atesoro,
observo el crepitar de un leño,
y veo al hombre amante, compañero, amigo,
al que eternamente añoro.
Visión elocuente de un tiempo pasado,
que en silencio y sombras perdido,
por siempre quedará guardado,
transformado en aire y clamor sentido...
Susana E. Irigoite
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