Cruzando el verde prado,
luciérnagas fugaces,
rompieron el desolado,
paraje de calladas frases.
El silencio deambula,
por escondidos tramos,
y por el aire pulula,
la huida que no hallamos.
Como nuevo cancionero,
de aquel trivial paisaje,
que transita con denuedo,
llevando sutil ropaje.
Silencioso dolor acompaña,
al caminante furtivo,
que acalla con voz extraña,
el grito que tiene cautivo.
Susana E. Irigoite
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