Desteñidos recuerdos acuden a mi mente,
como hojas secas empujadas por el viento,
con ese lenguaje tan expresivo y silente,
que me induce a decir lo que ahora siento.
Ella bajo sus brazos diarios llevaba,
repartiéndolos las calles recorría,
humilde, leal, honesta se mostraba,
así en el tiempo Delia su huella dejaría.
Su gesto adusto a muchos confundía,
era de carácter firme y a la vez cariñosa,
quizá hubo quien no la comprendía,
pues al hablar de política era pavorosa.
Fue tan fiel a sus ideales y principios,
que demostró sin retaceos lo que otro sentía,
acongojados lloraron sus ojos limpios,
cuando el Señor Presidente de entonces partía.
Su dolor era profundo y muy intenso,
el desgarro de almas en mutuo acuerdo,
luego se fue lenta por el espacio extenso,
y hoy por ella elevo al infinito mi recuerdo...
Susana E. Irigoite
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