Cuando el poniente en oro resplandece,
adornándose de luces y compases,
la inquietud lentamente decrece,
y la inspiración sutilmente florece.
y mi pluma comienza a escribir,
quizá aquella palabra surgiera,
expresando exactamente mi sentir.
Remanso que colma mis ansias,
leve brisa que seduce y suavemente acaricia,
sonidos de aves convertidos en poesías,
danzan en el aire y la verbosidad se inicia.
Recuerdo nítidamente a mi padre diciendo
Nuestra laguna pronto quedará muy bella!
Hoy contemplando sus aguas estoy describiendo,
toda la magnificencia y hermosura de ella...
Susana E. Irigoite
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