Caía la tarde despaciosamente.
el horizonte carmesí resplandecía,
oí que tu voz dulcemente me decía.
Me perdí entre tus brazos fuertes,
casi sin poder hablar,
siempre juntos, siempre amantes,
todo será posible de lograr.
Pido a Dios nunca me faltes,
sin ti yo tampoco existiría,
pues si vivo es porque tú vives,
sin tu luz, en sombra me convertiría...
Dedicado a mi esposo Eduardo O. Bigatti en el año 1983. Hoy ya no lo tengo físicamente a mi lado pero me da las fuerzas necesarias desde el lugar donde se encuentra, para que siga adelante, acompañando a los seres que tengo a mi alrededor que son hoy, mi razón de vivir pues los amo con toda mi alma.
Susana E. Irigoite
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