y el sol en el cielo aún reverbera,
se cambia de rumbo silenciosamente.
diluyendo sombras de lo que antes fuera.
La noche se torna quejumbrosa,
oprimiendo con su silencio al alma,
cual una daga ponzoñosa,
un rugido en medio de la calma.
Cuando la carga es muy pesada,
y nuestras fuerzas insuficientes,
la energía se ve menguada,
las oportunidades desafiantes.
Es entonces cuando sucede,
el despertar en un parpadeo,
conscientes de lo que Dios concede,
emprendemos un nuevo sendero...
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