Llueve en la vereda del desconcierto,
y vuelvo en tu recuerdo a caer,
traído por el rumor del viento,
yace en la acera del creer.
me deleito con su aroma que persivo,
te imagino y me embriago tiernamente,
en un éxtasis divagante, incomprensivo.
Los pedestales han quedado limpios,
tu imagen obnubila mis sentidos,
deseos calcinan mis principios,
y el corazón acelera sus latidos.
Mi ser trémulo se exalta,
al contacto sublime de tu piel,
un amanecer soñado despierta,
esculpiendo tu figura con cincel.
Mi ser hoy te reclama,
con la piel húmeda en la madrugada,
mi alma que tu presencia clama,
en una noche más por ti, desvelada...
Susana E Irigoite
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