quizá te haga bien de mi acordarte,
si aún recuerdas nuestra gran terneza,
y que solo yo no pude olvidarte.
Aquella flor que para mi cortaste,
yace en un libro dormida,
recuerdas, tú me la entregaste,
el mismo día de tu despedida.
Cuando veas tu jardín cubierto de rosas,
y en el alma lleves anidado dolor ,
hallarás candor en esas pequeñas cosas,
a las que no supiste darles valor .
Efímero sueño de un tiempo pasado,
que lacera profundamente el alma,
frenesí de un verano lejano añorado,
hoy recuerdo, templanza y calma.
Susana E. Irigoite
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