perderme lejana en la nada,
decirme que no existen imposibles,
tejiendo mil sueños inspirada.
La brisa siente a mi piel foránea,
un pájaro en su vuelo saluda,
sinfonía crepuscular coetánea,
que al verbo amar así conjuga.
Noche quejumbrosa y lacerante,
que anida y arropa una agonía,
surcada por luz resplandeciente,
nacida en la oscura lejanía.
Perderse, alejarse y resurgir,
entre rescoldos vacilante,
allanar obstáculos y seguir,
con ansiedad expectante...
Susana E. Irigoite
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