Mi abuela callada en su mecedora tejía,
obsevando de soslayo por el ventanal,
que hacía a ese momento excepcional.
De momentos la vida va tomando formas,
son los que quedan gravados en la memoria,
de ellos se nutre el alma y de sus aromas,
así vamos construyendo nuestra historia.
Momentos de felicidad intensa,
a los que no dejaríamos alejar,
porque la dicha vivida es inmensa,
más, lentamente comienzan a esfumar.
Hay momentos que quedan guardados,
en el corazón y en el pensamiento,
son aquellos imborrables y añorados,
pues encierran un gran sentimiento...
Susana E. Irigoite
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